
Rondó alla turca
La obra musical conocida como Rondó alla turca es el tercer movimiento de la sonata para piano n.º 11 en la mayor K. 331 y, sin duda, una de las melodías para piano más populares de la historia. No se sabe con seguridad en qué año compuso Mozart su undécima sonata, y se barajan fechas tan alejadas como 1778 o 1783 (esta última la más aceptada hoy en día).
El estilo turco
Durante los siglos XVI y XVII, el Imperio otomano vivía su máximo esplendor y se expandía por toda Europa. Después de que la Liga Santa consiguiera contener al ejército otomano en la célebre batalla de Lepanto, las tropas turcas se concentraron en la zona de los Balcanes y llegaron a asediar la ciudad de Viena en dos ocasiones (1529 y 1683). La cercanía del mundo turco y todo el exotismo que a él se asociaba generó en toda Europa una enorme atracción y fascinación por todo aquello que viniera de esta cultura.
Por este motivo, en todas las artes (pintura, literatura, etc.) se puede observar la influencia que generó esta moda por lo turco. La música, por supuesto, también incorporó una serie de clichés musicales que afectaban, sobre todo, al ritmo y a la instrumentación; es la llamada música de jenízaros. Los ejércitos turcos iban acompañados, en sus campañas, por bandas de jenízaros que tocaban instrumentos de viento y percusión, cuyo sonido —potente, estruendoso y lleno de ritmo— supuso una auténtica revolución en Occidente. Poco a poco, este estilo de música se fue introduciendo en la vida social europea, primero en la música escénica y después en otros géneros musicales, que imitaron su estilo propio.
Aparte de en esta sonata, Mozart incorporó el estilo turco en otras obras, entre las que destacan el singspiel El rapto en el serrallo o el Concierto para violín n.º 5.
El rondó: la forma desarrollada por excelencia
Ya en las suites antiguas encontramos formas de rondó, las cuales pasaron a ocupar, en el periodo clásico, los últimos movimientos de las sonatas. Esta forma musical se caracteriza por presentar una sucesión de estribillos (o ritornelos) con coplas (o episodios) intercalados, de tal manera que surge la siguiente forma modelo: A-B-A-C-A. Sin embargo, este Rondó alla turca presenta una estructura un poco más compleja, ya que los temas se intercalan de diferente manera. Como vemos, la forma rondó permite la exposición de multitud de temas, los cuales aparecen en distintas tonalidades: la menor, la mayor y fa sostenido menor, creando así una gran variedad armónica.
Como es habitual en el estilo turco, el ritmo es el elemento más importante, y en este rondó se puede apreciar el incesante ritmo de marcha en compás de 2/4 que marca la mano izquierda del piano. Sobre este ritmo percusivo, que imita el sonido que producían el bombo y los platillos en las bandas turcas, se desarrolla una melodía muy virtuosística y de gran dificultad técnica.
Una vez más, en esta pieza queda patente la genialidad compositiva de Mozart, ya que consigue mezclar el gusto por lo turco con la actitud hedonista que caracterizaba al periodo clásico, y, aunque es cierto que se trata, en origen, de una música de entretenimiento, el toque del compositor austriaco le otorga una calidad y un interés musical insuperable.
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